El hambre y la salud están profundamente conectadas. Las personas con inseguridad alimentaria se ven afectadas de manera desproporcionada por enfermedades crónicas sensibles a la dieta, como la diabetes y la presión arterial alta. Para los niños, la inseguridad alimentaria es particularmente devastadora. No tener suficientes alimentos saludables puede tener serias implicaciones para la salud física y mental, el rendimiento académico y la futura prosperidad económica de un niño.